Wednesday, December 28, 2011

¿Qué te hizo caer?


Intento, descifrar el código del pesimista; estudio la ciencia del que no se rinde ante los obstáculos y encuentro que ambos tienen la misma oportunidad de reinventarse ante las situaciones o adversidades cotidianas. Recurro a pensar en una situación que ilustre este pensamiento. Hace unos meses regresaba al trabajo luego del período de almuerzo, iba con un paso bastante ligero entonces, para mi sorpresa, me encontré en el piso con pantalón, zapato y rodilla lacerados. No pude ver aquella diminuta piedra la cual hizo que perdiera el balance y lo peor no había nadie que me levantara. Así que, me puse sobre mis pies, camine lentamente hasta el auto y allí grite de dolor, coraje de vergüenza. Tres días después unas buenas samaritanas, expertas en cuidado de piel, observaron el horrible estado de mi rodilla y me prestaron ayuda. Ahora bien, tengo una gran cicatriz como recuerdo de la caída, cada vez que la miro me digo: “es menester levantarse porque la ayuda siempre llega”.
Tal vez como yo, llegaste al suelo por algún mal paso; quizás porque alguien te empujo; a lo mejor tú has caído en el abismo del pesimismo, creyendo que una vez en el piso, la vida ira de mal en peor. Permíteme hacerte una historia… “Este joven, llamado Mefi-boset vive en un lugar llamado Lodebar. Un lugar que significa, tierra árida y seca, donde no hay palabra, lugar donde los príncipes se convierten en mendigos. Pero, ¿qué hace ahí? En sus primeros años de vida, perdió a su padre y su abuelo en una guerra; su nana tratando de salvar su vida salió de prisa del castillo, mientras corría tropezó y el niño se le cayó al piso quebrándosele así sus pies, quedando para siempre lisiado. Han pasado los años y aún vive como mendigo, cuando él es príncipe. ¿A quién le echará la culpa el joven? ¿A su nana o la vida que le robó su familia? Lo cierto es, que está en el piso. Lo mejor de la historia es que el Rey se acordó de él y llegó a su auxilio. Lo lamentable de la historia es, que él se siente miserable, no digno de que le extiendan la mano. Lo hermoso de la historia, ¡agárrate!, el Rey declaró que todos los días se sentaría a su mesa…sin pesares, sin vergüenza de su cojera, porque el mantel de la mesa del Rey cubre las imperfecciones, dejando que todos se sientan dignos.”
Hoy hay muchos hermanos puertorriqueños que han quedado lacerados por la falta de empleo, la pérdida de un hijo, la marca de la violencia doméstica, el abuso sexual y tantas situaciones que a travesamos como pueblo. Adversidades que los han llevado al suelo y les cuesta trabajo levantarse. Tal vez sienten que no hay nadie para darle la mano, pero te animo hoy a que tú mismo te levantes. No se trata de caer, sino de esforzarse a levantarse. Creo que Dios, te creo con un propósito y no importa los embates de la vida, él siempre saldrá a tu encuentro. No te detengas, no caigas en un abismo de conformidad y negatividad. Levántate, sacúdete, enfoca tu visión a lo que tiene valor. Comparte tu historia con otros, usa tu voz, tu experiencia para sanar esas heridas. Sé que cada vez que observes la cicatriz producida por la caída, no te preguntarás qué te hizo caer, sino quién te dio fuerzas para levantarte y ahora estas de pie.

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